El Periodico
— Todo empezó el día de su boda. — Sí, yo soy judía practicante, pero hasta ese momento no me había sentido discriminada. Cuando después de la ceremonia cogí el bolígrafo para firmar el acta de matrimonio, el rabino me dijo que yo no firmaba nada, sólo el marido. — Cayó del guindo. — Descubrí que, si me quería divorciar, dependía de la voluntad de mi marido. En la religión judía existe un documento llamado guet, que ostenta el hombre. Eso significa que si él no quiere ceder graciosamente el guet, a efectos religiosos no hay divorcio, aunque este se haya producido en el terreno civil. En caso de que la mujer tenga otra relación, a ojos del judaismo es una adúltera y los hijos que tenga de esa unión